Se trata de un lugar donde todo es exclusividad. Sus 16 habitaciones y tres suites están elegantemente decoradas con muebles clásicos, que remiten a sus huéspedes al siglo XVIII, cuando la influencia francesa llegó a nuestro país.
De hecho, la arquitectura del hotel conserva el estilo de la Puebla colonial, pero combinado con elementos franceses, elegantes y refinados.
En el espacio que hoy ocupa el hotel antes había tres grandes casonas, las cuales fueron remodeladas para crear esta experiencia.
En el patio principal se conservan vestigios de lo que fuera la primera talabartería de Puebla: unos pozos antiguos en los que se ablandaban las pieles para curtirlas.
En la suite presidencial y en algunos salones también se conservan muros originales que han sido cuidadosamente conservados.
En la recepción, una vitrina muestra a los visitantes algunos de los tesoros encontrados durante la restauración. Pertenecen a los siglos XVII, XVIII y al Porfiriato.