A la orilla del lago del mismo nombre se levanta Pátzcuaro, un apacible pueblo de calles empedradas, casas señoriales, plazas arboladas y portales siempre concurridos.
Un pueblo que conserva el encanto provinciano de sus cuestas, sus fuentes, sus templos, sus rituales cotidianos. El Pueblo Mágico de Pátzcuaro no necesita de artificios para cautivar al viajero.
Pocos lugares en México pueden presumir más de 500 años de historia, y Pátzcuaro es uno de ellos.
Recorrer este Pueblo Mágico es una delicia para fotógrafos, sibaritas y curiosos. Por las mañanas, la actividad se concentra en la plaza Gertrudis Bocanegra con el ir y venir de personas al mercado, un excelente lugar para probar y comprar productos típicamente michoacanos como los charales secos, las corundas rellenas o el queso Cotija.
Por las tardes los restaurantes, cafés, neverías y mezcalerías de moda congregan a locales y foráneos bajo los portales de la plaza Vasco de Quiroga. Y siempre con la música tradicional que danzan los viejitos.