Tzintzuntzan tiene un pasado glorioso como capital del imperio purépecha, cuando tuvo una población de 30 mil personas. En la conquista, Tzintzuntzan se convirtió en la primera ciudad de Michoacán y fue, muy brevemente, sede episcopal.
Del esplendor de la época prehispánica quedan las imponentes Yácatas, restos del centro ceremonial de una cultura que desde el s. XII dominaba estas tierras.
Vasco de Quiroga llegó a Tzintzuntzan en 1533. Aquí fundó el imponente Exconvento de Santa Ana, alrededor del cual creció este Pueblo Mágico.
Hoy pervive la arquitectura vernácula de casas de un piso, techos de teja y grandes alerones. Además, 33 olivos centenarios dan sombra al extenso atrio del convento, un lugar de encuentro para la comunidad.
Aquí se celebró la primera misa en Michoacán y desde este convento se inició la primera evangelización, por ello la capilla abierta y la pila bautismal de inmersión. Hoy, el exconvento alberga el Museo Comunitario Tzintzuntzan, con una interesante muestra de la historia de la región.
Desde Tzintzuntzan puedes explorar el lago de Pátzcuaro, visitando pueblos como Santa Fe de la Laguna o las islas Tecuena, Yunuén y Pacanda, desde el muelle de Ucazanaztacua.